lunes, 13 de junio de 2011

El aprendizaje ausente

En un país como el nuestro que presenta altos índices de corrupción, es fácil preguntarse qué pasa con las personas estudiadas y supuestamente cultas que tienen las riendas del poder? Por qué tantos abogados, jueces, políticos, administradores, economistas, ingenieros y demás profesionales se rigen por la idea anti-ética “no dar papaya y si se la dan, partirla”, para sacarle la tajada ventajosa que sólo se traduce en más dinero ilegítimo?

Sumado a esto, vemos como al país se lo lleva la ignorancia, entonces apelamos por una mayor educación para la gente de escasos recursos económicos, se construyen escuelas públicas y con orgullo se inauguran; pero la deserción escolar y los actos de violencia no tardan en aparecer.

Fuera de esto, los índices de la calidad educativa en general (escolar y universitaria), en vez de subir, tienden a bajar al igual que las oportunidades de acceso laboral y de educación superior. Entonces se hacen reformas educativas para mejorar los sistemas de evaluación, aprendizaje y salen programas sociales para brindar mayores oportunidades, pero siguen siendo esfuerzos insuficientes. ¿Qué pasa con el sistema educativo?

Soy de las que cree que el principal problema del ser humano es la ignorancia, pero la ignorancia del ser, del desconocimiento propio y del otro. Por ejemplo, un político por más que tenga muchos títulos o riquezas si es corrupto, es ignorante, porque quiere decir que no aprendió de la esencia de la humanidad, del sentido de sociedad, ni de su responsabilidad de existencia en la tierra en interdependencia con los demás. Pero, dónde aprendemos esto? Quién lo enseña? Pues eso es lo que se está discutiendo hoy, la formación integral.

Aunque sea un aspecto ya muy sonado, y en las instituciones educativas den algunas clases de ética o humanidades para tocar este tema, para los estudiantes, terminan siendo las clases de relleno y charla.

La baja calidad de la educación, no se debe a la ausencia de recursos de ninguna clase, sino por la ausencia de estrategias pedagógicas que promuevan una enseñanza integral, que refuerce tanto las habilidades mentales, como afectivas y emocionales.

En este sentido, se habla de la importancia del desarrollo de la autoestima y la resiliencia en la superación personal (Herrera N. e Inestroza F., recuperado en:http://es.scribd.com/doc/13092450/Herramientas-pedagogicas-para-la-labor-del-docente-en-contextos-de-vulnerabilidad-social), entendiendo este último concepto como la capacidad de asumir con flexibilidad situaciones extremas o de tipo traumático, enfrentarlas y sobreponerse a ellas con un enfoque constructivo de vida. Para esto, la responsabilidad del docente con la educación debe pasar por el filtro del ejemplo, debe experimentar y comprender la importancia de estos factores en el desarrollo del aprendizaje, pues así los contenidos de la enseñanza podrán ser más efectivos en los estudiantes.

A lo que me refiero con este punto es a que sin importar que tanta educación intelectual tengamos o no, mientras no cambiemos nuestras percepciones y mentalidad acerca del otro como nuestro referente, continuaremos viendo profesionales con oportunidades que comparten la misma celda que aquellos que no creyeron tener esas oportunidades.

Por esta razón, es tan trascendental que tanto instituciones educativas, como docentes y padres de familia reciban una formación que incluya procesos metacognitivos[1], que permita nuevas formas de experimentar la realidad.


[1]Entendida como: “la capacidad que tenemos de autoregular el propio aprendizaje, es decir de planificar qué estrategias se han de utilizar en cada situación, aplicarlas, controlar el proceso, evaluarlo para detectar posibles fallos, y como consecuencia...transferir todo ello a una nueva actuación” (Dorado, Carlos en:http://www.xtec.es/~cdorado/cdora1/esp/metaco.htm);

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