domingo, 22 de abril de 2012


UN BUEN PROPOSITO, UN BUEN COMIENZO

Cuando hablamos de un proceso de cambio, debemos entender que en el contexto del mismo hay dos palabras que son la base para que éste se realice. Una el “proceso” que nos está diciendo que no se trata de apretar un interruptor y automáticamente la lámpara se enciende. Si somos conscientes del proceso, debemos aceptar que se requieren unos pasos, unas fases que conducirán al  resultado final. La otra es “cambio” que nos está diciendo “hay algo nuevo, algo diferente que se está gestando, que se está dirigiendo a lo que queremos.

Es en este sentido que me parece muy interesante el haber iniciado el taller por estos temas de los cuatro acuerdos pues para iniciar debemos darnos un golpe, como cuando se le lanzó la pelota  a un participante. Para iniciar debemos despertar pues hemos venido transitando por la vida con el automático activado, siempre echándole la culpa a cosas externas de lo que nos sucede, buscando la respuesta fuera de nosotros.

Sabemos que detrás de la palabra está el pensamiento, pero no somos conscientes de él cuando hablamos. Es por eso que no nos damos cuenta del impacto que estamos produciendo tanto en nosotros mismos como en los demás cuando lanzamos palabras inoportunas, en  tonos no convenientes o salidas de todo contexto. Queremos un cambio en nosotros pero estamos impidiendo que éste se dé al no utilizar la impecabilidad en la palabra.
Esto nos lleva en muchas ocasiones a juzgar “erróneamente” y en especial a ver en el otro que “no es parte de mi mismo”, se nos olvida que  somos parte de un todo. Vemos al otro  como alguien que quiere hacernos daño, y nos sentimos muy mal cuando lo tomamos como algo personal  y así formamos un circulo que nos impide el cambio que queremos.

Cada persona al hablar esta influyendo en la percepción que el otro va a tener de ella.  Nuestras palabras son nuestra carta de presentación. Que podemos decir cuando estamos en el rol de docentes? Allí es aún mas grave. Nadie puede dar de lo que no tiene, por lo tanto lo que hacemos en esa labor  no es auténtico y si no es autentico no es ético …de ahí la razón fundamental para aplicar estos cuatro acuerdos con nosotros mismos y no creernos como dice Cornejo “producto terminado”. No podemos predicar y no aplicar. No solamente es importante saber que existen esos cuatro acuerdos. Se hace necesario  pasar de la mente al corazón , de lo conceptual a la práxis pues  de  lo contrario seguiremos siendo no auténticos no éticos, solo loritos repetidores de algo que no  llevamos en el corazón. De ahí el cuarto acuerdo: buscar cada vez mas la excelencia.

Recordemos que la palabra bien dicha y oportuna  abre cualquier puerta, el no sentirme aludido me da reconocimiento de mi valía personal, el no juzgar me lleva a reconocer la valía del otro, y al hacer las cosas cada vez mejor me llena de alegría




1 comentario:

  1. Estoy deacuerdo contigo Gildardo, la coherencia e impecabilidad en nuestras palabras son el motor que permite aquella transformación que anhelamos y que nos hizo hacer parte de este proceso. Proceso que ha sido muy enriquecedor para mi y creo que no soy la única. Buena vibra y mañana nos vemos.

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